El orden o el azar del alfabeto me sitúa una página delante de Gil de Biedma.
Sabes que brincar de cama en cama como un trapecista tiene sus riesgos. Que algún día, sin avisar, alguien extenderá la red que proteja tu salto del vacío, y ese día caerás.
Sin carné. Tomo una curva. Sobrepaso en 40 km/h la velocidad permitida. No me hubiera importado seguir la recta por inercia. Prefiero no hacerlo.
Me descubro llevando la misma ropa que hace cinco años. No ha sido premeditado.
Su novia acababa de comprar una cámara digital. Le hacía fotos y fotos que eran la misma, contra el gotelé parduzco. Una y otra y otra. Todas con las mismas sombras cruzadas, mal puestas, con las crestas de la pintura agigantándose contra la pared.
Se le había ocurrido mudarse después de una cena para diez. Acabábamos de colocar el frigorífico y fumábamos sentados sobre tres colchonetas apiladas una encima de otra.
Encontraron trazas en los baños del Bundestag circa 2001.
Vino con el novio de tu amiga una tarde y te enamoraste porque conectabas.
Te he pagado ortodoncias y plantillas, clases de ballet y visitas al endocrino infantil. Aún eras pequeña. Blanqueamientos dentales, tratamientos antiestrías mientras estabas creciendo. Tenía la esperanza de que comprendieras. Te enseñé a peinarte, a maquillarte, a combinar los colores y las formas. Siempre has tenido la cintura muy ancha.
Kinomachen ist einfach (transcribo de oídas)
¿Se muere de una forma especial en Madrid?
¿Qué instinto es el que incita a tomar una cámara o un pincel para dejar tan expresiva constancia?
Saber aguantarse el miedo. Que no tiemble la imagen.
Indagar el existir de los demás
¿Pero por qué de los demás?
Obsceno oficio el de ver, oír y reflejar el vivir de los otros.
Una ciudad es un nombre, áspero o cordial.
¿Para qué los quieres? Las bibliotecas están llenas.
con memoria. Es nuevo. Almacena la huella del cuerpo del durmiente, noche tras noche.
