22.6.05

somos tristes

leo: Thomas Bernhard, Tala. (aún)
veo: Mujeres desesperadas.
oigo: François Breut, Over All.

, preferimos sentarnos al borde del césped de las isletas, esta noche que han cortado el tráfico, encender un cigarro (pásamelo. toma), no hablar, extender las piernas perezosamente, a intervalos, movernos sin ganas, calcular la distancia necesaria para observar la felicidad de los demás, impedir que nadie la traspase, escuchar frases perdidas de los que pasan y perseguirlos con los ojos ahora que la distancia nos protege, mirar. Mirar como si fuese la única forma de estar.

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Efectivamente, nos acercamos a ver a Carlinhos Brown. Siempre me/nos puede la curiosidad. En Príncipe de Vergara entró una avalancha de monjitas y familias como dios manda con las pancartas pulcramente recogidas. Al fin y al cabo les servirán mientras haya en el mundo primavera, por lo menos.
Algunos padres de esas familias eran guapos. Tan guapos y tan padres de familia como me cuenta g que son la mayoría de sus amantes. Menos mal que g es muy hombre y no se molesta en tomarlos en serio cuando le prometen que si él les quiere en exclusiva lo dejarán todo. Lo arregla con un práctico cuando te decidas y lo dejes todo me llamas y ya veré si entonces me decido yo.

Esto no llegué a verlo después en ningún medio. En frente de Carlinhos alguien alzó un cartel con mayúsculas de brocha negra: La solidaridad es cada vez más lucrativa, ¿verdad?



18.6.05

nos gusta

leo: Thomas Bernhard, Tala.
veo: William Klein, Hollywood, California.
oigo: Piano Magic, Writers without homes.

Silja, un sitio pequeño, vestidito de azul, lleno de fotos y recortes de periódico, con peces de cartulina colgando del techo. Lo descubrimos una noche al salir de la filmoteca, nos dieron un flyer casero con un rayo verde (no, aún no te he hecho caso y no visto a Rohmer) enganchado con un imperdible a la cartulina. Acostumbradas a las hordas de PR que te prometen copas y copas y copas gratis con una sonrisa pícara y un piropo-desodorante de los que nunca te fallan ("no, no nos interesa tu bar, pero, gracias" propuso ayer mj que fuéramos recitando con entonación de atención al cliente para declinar invitaciones), encontrarnos con un chico desgarbado y con gafas de pasta más negra que su estado de ánimo, con sus flyers caseros, confeccionados seguramente robando horas al sueño y al cine, repartidos sin mirarte a los ojos, con cautela, y casi pidiendo por favor que os acercaráis, si queréis, claro, a su bar, pues nos tuvo que llegar a los más hondo de nuestro corazoncito de quinceañeras inadaptadas que aún conservamos intacto.
Siempre llegamos cuando abren, escogemos sitio en los tres metros escasos de barra y empezamos a hablar y hablar durante dos y hasta tres horas seguidas. Hay muy poca gente, seis, siete personas, que normalmente entran a saludar a los dueños. A veces da la sensación de estar en una fiesta de un amigo de un amigo en la que te quedas en un rincón y nadie hace por conocerte ni molestarte. Es una intimidad social bastante agradable.
No sé cuánto aguantarán con su fiesta de piso indie. Tienen tendencia al desastre. Al menos, siempre que vamos se cae una jarra, o se estropea el aire acondicionado o, como ayer, se viene abajo una balda llena de vasos.

(sí, por supuesto que pusimos en práctica la idea de mj para declinar PRinvitaciones)

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Ahora nos vamos a la calle. ¿Dónde iremos, a la manifestación contra los derechos GTLB, a la contramanifestación pro derechos GTLB o al carnaval de Carlinhos Brown? Esto es lo malo de la posmodernidad, la multicultaridad, el pensamiento débil y el amor líquido. Uno pierde sus principios .
Al carnaval, claro.

16.6.05

ayer


leo: Susan Orlean, El ladrón de orquídeas.
veo: Spike Jjonze y Charlie Kaufman, Adaptation. El ladrón de orquídeas.
(sigue sin ser casual)
oigo: Dominique A, Revenir au monde. (esto no es casualidad, es elección)

tuve que emocionarme. S comenzó a gritar en medio de la barra del Tramontana que el estado actual de la casa era mi obra. En ese momento, justo después de que se explayara con "el toque kitsch" y los "puntos cachondos" (léase nota más abajo)* noté algo extraño, tibio y esponjoso, que me llenaba el estómago y como no podía contenerlo abrí los labios con una sonrisilla bastante bobalicona. Todavía no he encontrado el nombre exacto, pero creo que ya sé lo que sienten los salvapatrias, ayudadores profesionales, amas de casa y gentes de bien en general. Como atenuante, s acababa de empezar la segunda copa después de tres jarras, así es que, analizada la situación en menos que canta un google, fue un sentimiento fugaz y afortunadamente superado una vez me enjugué la lagrimilla de felicidad y humo de tabaco apresado entre los cristales de las gafas.

Pero es cierto.
En seis meses he(mos) pintado la entrada, el pasillo, el salón, he arreglado enchufes desprendidos, estanterías a punto de desmoronarse y lámparas que surgían de la nada del fondo de los altillos. Hemos tirado ingentes cantidades de flores secas y de plástico, de cestas de mimbre y utensilios de cocina de los que apenas conocemos el nombre, hemos arrancado apasionadamente y casi a bocados la moqueta del salón, tenemos económicos pero emparejados cubiertos de Ikea y casi nos asfixiamos limpiando el pegamento seco de las baldosas. Nos hemos dejado las uñas raspando el parqué y las rodillas destrozando el mueble del pasillo y subiendo el sofá de nuestra, ejem, amable casera. Y las dotes de razonamiento espacial intentando encajar los libros, las revistas, las películas, los discos y la tele que riezu se encontró en la calle y que no funciona pero nos gusta y se parece tanto a la primera Elbe, blanco y negro, que entró en casa (tendría dos años). He recompuesto marcos y agujereado las paredes para instalar ADSL, hemos tirado doce cojines fosilizados y tres láminas de inquietantes loros australianos. Todos los imanes del frigorífico están ordenados y las fotografías detrás de cristales y las facturas en una caja de cartón de topos.

Mmmm. Soy grande.

*
(Al menos por hoy)

Aunque no es más que un sitio para dormir.

14.6.05

confieso

que este año no he pisado la Feria del Libro.

Total, sólo hay libros.

9.6.05

el peligro de las citas


leo:Jeffrey Eugenides, Las vírgenes suicidas
veo:Sofia Coppola, Las vírgenes suicidas
oigo: Air, Playground love (nada es casual)

así en el blog como en la literatura, es que con muchísima suerte uno puede acabar con poco más que una casa de citas (copio de alguien), porque lo más probable es que acabe con un burdel o un mísero club de carretera.

La solución: evitar las citas.
Si el vicio es implacable siempre se puede procurar seguir de amateur.Es menos drástico y permite deslices.

4.6.05

sin papeles

(o diálogo de videoclub)

Yo:
(Lugar: The Big Orange, calle Pelayo 72, Madrid)

Yo: Entonces, para poder sacar pelis necesito un carnet de socio, ¿no?
Ellos: Sí. Necesitamos el DNI y un justificante de residencia.
Yo: ¿Un qué?
Ellos: Un justificante de residencia. Alguna factura a tu nombre o algún documento en el que indique tu lugar de residencia.
Yo: Es que aquí no llevo nada. A ver el carnet de la universidad. Nada. La biblioteca...Tampoco, viene la dirección antigua.
Ellos: Eso no nos vale.
Yo: ¿Entonces...?
Ellos: Entonces no te podemos hacer el carnet.
Yo: Y además es que no tengo ninguna factura a mi nombre, ni contrato de piso, ni nómina, nada.
Ellos: No te podemos hacer socia, tienes que dejar una fianza de 20 euros si te quieres llevar la película.
Yo: ¿Y si ahora llamáis a la policía me deportarán a Badajoz?

3.6.05

la próxima super producción

birth

En Guerilla Girls

salvemos a los cantantes

españoles, dice la SGAE, gravemos con cánones los soportes magnéticos, las fotocopiadores, los escáneres, los discos duros y los recién nacidos que tengan el sentido de la vista y el oído intactos, prohibamos el intercambio p2p y las reuniones de más de tres personas en la vía pública, bajo sospecha de incitar a la piratería musical. Protejamos los derechos básicos de los cantantes y de los ejecutivos de las discográficas multinacionales: el derecho a tener un chalet de lujo en Miami, el derecho a disfrutar de planes de pensiones en cuentas suizas, el derecho a comer percebes en Nochevieja en pleno Prestige, el derecho a bañarse en agua mineral.

¿Cuando me va a devolver Ramoncín lo que le he dado comprando CDs gravados (que no grabados) para guardar mis archivos?